Al igual que María y Marta, podemos creer fácilmente que Dios podría haberlo hecho mejor por nosotros en situaciones difíciles, pero si confiamos en Su tiempo, todo estará bien al final.
Leer Juan 11: 1-44
En momentos de necesidad urgente, nuestras oraciones se vuelven fervientes y nuestro deseo de una respuesta rápida se intensifica. Parece que si el Señor no interviene pronto, podría suceder exactamente lo que tememos. Y sin una respuesta detectable de Dios, podemos sentir que a Él no le importa, aunque las Escrituras nos aseguran que sí (1 Pedro 5: 7).
Esta pudo haber sido la forma en que María y Marta se sintieron después de pedirle a Jesús que viniera y sanara a Lázaro. Sabían que el Señor los amaba, pero cuando no apareció a tiempo, el dolor superó su fe y ambos expresaron su decepción: “… si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. (Juan 11:21, Juan 11:32).
Todos hemos dicho o pensado algo similar cuando el Señor no respondió nuestras oraciones como esperábamos. Pero sabemos por las Escrituras que el propósito de Dios en todas sus decisiones para nosotros es Su gloria (Juan 11: 4). Su objetivo no es infligir dolor innecesariamente, sino dejar que la vida de Cristo brille a través de nosotros en las dificultades, estabilizar nuestra confianza en la bondad del Padre y fortalecer nuestra confianza en su amorosa soberanía.
Su gloria es para nuestro bien, y en esto podemos regocijarnos.